Sale el sol y el último bote de pintura es alineado para ser partícipe, junto al resto de sus compañeros, del nacimiento de las nuevas obras creadas con su cuerpo, pero con el alma del hombre.
Las personas nunca les permitirán sentir la soledad mientras se estén formando sus hijos, pues estas se convertirán en las llamas que arderán con la pasión por el arte y cuya luz alumbrará el camino.
Incidentes y manchas en suelo, ropa y piel, símbolo del duro trabajo y la sed de curiosidad por la ansiada obra final.
Compañeros apasionados por el arte, incapaces de deshacerse de sus brochas, pasean asombrados para ser espectadores de las creaciones de los demás, mientras contemplan satisfechos la suya hasta el final.
Y nunca nadie olvidará la sensación placentera que germina en su interior al terminar, la cual solamente es capaz de dar cabida a las sonrisas y la felicidad.
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